renuncia

tiene alerta de contenido sexual. puede ser un bajón.

la casa está quieta y en soledad a las 11 de la noche. encuentro en mi copa de vino, el silencio, la computadora, una noche calma para el disfute. no sé si lo sé o lo siento. no sé si me parece o es como debería ser. tampoco si se trata de un eslogan publicitario que repito inadvertido. 
abro tor para ver porno. tardo en dar con el tema que pueda calentarme. recorro todos los fetiches sugeridos hasta llegar a feet fucking + squirting. me toqueteo, busco un dildo y me lo incrusto en el ano, tratando de sentir algún tipo de placer. es un rasguño en el culo lo que siento, un puñal que me incomoda y me ocasiona ardor. está bien. busco lubricante. retiro el dildo y me relleno el culo; lo froto, esparso y amaso en el pequeño cono azul que enseguida vuelve a entrarme, esta vez más amablemente.
los videos se van poniendo kinky y logro acercarme a la exitación. me muevo sobre el dildo y me toco lento la pija. él tiene el pie de una revolviéndole el orto y la pija de otra en la boca. un cuarto mueve el pito en su boca y deja que la lengua le penetre el hoyo de adelante hasta acabar en un chorro majestuoso. estoy cerca de alcanzar el clímax. la escena me enciende y me muevo más rápido. en un nuevo arrebato, cambia ligeramente: ahora los huecos ocupan el primer plano por unos minutos, en los que comparten mensajes de amor del más allá al tiempo que se pedorrean y largan líquidos de colores. con premura son rellenados con nuevos pies, manos, aparecen pijas de colores varios. Entre besos y caca los masajes se transforman en las más bellas pinturas que el deseo moldea sobre los cuerpos. me chorreo de la excitación al tiempo que extiendo la mano para alcanzar un nuevo dildo, que, sin lubricante esta vez, empujo con determinación y precisión anal, mientras veo cómo una tercera pija encuentra su lugar en la escena, en el hoyo de adelante. me distraigo mirando pero intento enseguida ponerme al día, con movimientos rápidos y ondulatorios sobre los dildos que siento chocarse contra mis cavidades. la pija se me pone más dura, de nuevo estoy a punto de acabar demasiado rápido cuando con las manos ensalivadas me asfixio la verga. sigo mirando y buscando el placer, pero la calentura se detiene cuando me pregunto qué es lo que me estimula de todo esto: si es ver la escena desde afuera o si me identifico con alguien en particular. con el pedazo de plástico en el orto me reconozco en el lugar del sumiso. ahora colapsan mis fantasías y se chocan en el momento en el que quiero más... pero el video va por otro lado. No sé si concentrarme en la trama presentada o si en cambio sería mejor continuar imaginando... creando, recreando y sintiendo el vergón en el orto, en la boca, alguna mano que no es la mía asfixiándome la pija. ¿sentiría algo o sería la situación la que me endencería? ¿siento algo o fantaseo que siento? ¿este es mi cuerpo, el plástico, la pantalla? ¿y si en vez de un dildo fuera el pie? ¿y si en vez de un pie fueran dos? ¿o dos pies y dos manos? ¿y además, el dildo y la pija en la boca? ¿podría abirme así? ¿me dolería más el placer o la humillación, el desgarro de los tejidos o mis límites cediendo, chorreando, ante unas bocas sedientas de fluidos? 
hay algo que siento: la silla de tela está mojada, allí están mis olores impregnándose para siempre. veo cómo quedó el ano del video: una cueva palpitante de una profundidad inabarcable y quiero morir ahí adentro, o ser el adentro que muere desde afuera, o simplemente estar podrido y que lo más verdadero y puro brille en la oscuridad de mi interior, alumbrado por la luz de una linterna enfocándome desde abajo.
dolor, olor, sangre y mierda como la máxima entrega, el sacrificio humano del amor y la confianza en la vida que enciende el deseo y la majestuosidad de lo sagrado del orto cuando de repente una imagen extraña invade mis lubricadas elucubraciones. un microsegundo de terror me extirpa de lo sublime. la cara rígida, arrugada, sin pasión ni siquiera mierda u olor de un ser del infierno, un ser de otro mundo: la secretaria de la oficina con su eterno e inmutable gesto de reprobación llega en el momento del orgasmo y lo mata. me mata. revolcándome del asco y del horror me subo los pantalones. en una escena porno-kafkiana, mi orgasmo se desmorona en el recuerdo de la oficina y mi deseo se archiva en una pila de expedientes viejos que se llevan todo el tiempo de mi vida. cierro la laptop entre llantos y alaridos. la desesperación me empuja y me quiebra. estoy perdiendo. sólo una certeza me aferra a la vida: si quiero recuperar el erotismo, lo más sensato será renunciar.