Individualismo

Tiene alerta de contenido. Puede ser movilizante o angustiante, tiene contenido sexual.

 Estoy en la calle, caliente. siento un ardor incontenible en los genitales. el roce de la ropa me enciende, la piel me vibra y noto cómo mi cuerpo se pone rígido, hirviendo, mojado. pruebo cerrar un poco las piernas y no puedo evitar gemir. el corazón al palo, todo pasa muy rápido y yo necesito tocarme. me siento en la entrada de un edificio y me voy rozando contra los escalones. cuando noto la baranda al costado cambio la estrategia y froto la concha contra ella con movimientos tímidos. la encargada del edificio sale y me echa con una escoba. me voy con el cuerpo moviéndose como el de un perro cuando se le va el perro que trataba de montarse, en el aire. camino buscando otro lugar donde poder parar a tocarme en paz. no puedo evitar meter mi mano por debajo de la ropa y empezar a masajearrme el clítoris. llego a otra esquina, de un kiosko abandonado. parece ser un buen lugar y además tiene un toldo. me tiro con desesperación a tocarme hasta acabar de una vez y ver si puedo seguir camino. sólo necesito descargar la calentura un toque y sigo de largo. me tiro al principio tratando de disimular, pude notar las miradas de la gente mientras caminaba hacia allí. me siento con la cola apoyada en el suelo y las piernas flexionadas hacia mí, para disimular. así puedo darme más fuerte. más y más fuerte. pero no logro acabar. cierro los ojos para no ver a la gente mirarme y poder concentrarme y acabar más rápido. sólo un momento y después podré seguir. muevo la mano más rápido pero todavía no llego. tendré que sacrificar un poco más la discreción si quiero terminar velozmente. no tengo más remedio que agitar el brazo entero. por suerte me encanta y me siento mojarme más, entro más en calor y todo mi cuerpo acompaña el ritmo entre jadeos y gemidos que intento contener. el problema es que se me cansa un poco el brazo y tengo que bajar la velocidad. decido manosearme, con la otra mano, los pezones. ayuda pero no es suficiente. hay sólo una cosa más que puedo hacer para zafar. retiro la mano de los pezones y me corro un poco más el pantalón y la ropa interior para dar paso. ahora con una mano me estimulo el clítoris y con la otra bordeo la entrada de mi vagina. está muy mojada, sí. hay espacio suficiente para que entren mis dedos. primero dos, después tres. y todo mejora, mucho mejor, pero necesito acabar. sé lo que necesito y voy a hacerlo, aunque implique que mis movimientos se distingan más desde afuera. abro un poco los ojos para ver qué está pasando. nada muy grave. hay un par de tipos mirando a una distancia media. cuando me ven descrubrirlos bajan la mirada; dos se van, uno se queda haciendo de cuenta que cuenta hormigas en el piso o que busca algo. una señora mufa con cara de desaprobación, une niñe me mira y le pregunta a la persona que le lleva del brazo qué estoy haciendo, unas punkis me aplauden, y ya no puedo distraerme más. este es el momento: necesito acabar. cierro de nuevo los ojos y me pongo apenas de cuclillas. dejo que mi mano entre entera y la presiono contra el punto g mientras me masajeo el clítoris con toda la velocidad que me permiten los brazos. acabo en un grito gutural, me sacudo. ahora sé que ya puedo seguir. por suerte, puedo seguir. saco la mano ya expulsada en el espasmo de mi concha de entre mis piernas,mientras con la otra, sacándola también, me acomodo la ropa. tengo que limpiarme la mano chorreada de flujo con el pantalón. ya no importa si queda una estela blanca ni el olor ni nada. ni siquiera importan las caras de la gente alrededor. necesito poder salir de ahí y seguir caminando hacia mi destino. me seco, me acomodo y me incorporo para poder seguir. camino con el paso apurado para dejar ese lugar y a esa gente atrás. espero que nadie me haya sacado fotos, pero a esta altura, ni siquiera me importa. apuro el paso. por algún motivo, la sacudida de mi cuerpo en la velocidad, el roce de mis piernas contra mi clítoris o no sé qué exactamente me devuelven al estado inicial de calentura impostergable. trato de distraerme, de ignorarlo. pienso en cosas horribles. esas cosas horribles me parecen sexies y me caliento más. pruebo dejar de pensar y llevar la atención hacia cualquier otra cosa, cualquier otra sensación del cuerpo. pero cada sensación, todas y cada una de ellas, incluso las más pequeñas y sutiles, me demuestran que estoy caliente y que ya no puedo más. si sigo evitándolo, podría morirme. si no me toco ya, voy a explotar, voy a colapsar, simplemente no puedo más y mi vida no tiene más sentido y la calentura que es ardor también es dolor hondo, insoportable, un vacío que requiere ser llenado, un fuego que hay que apagar ya. no tiene sentido ni puedo evitarlo. abro mi mochila, saco un dildo vibrador portátil y como si fuera un tampón, me lo incrusto en la concha contra una pared, como para disimular. trato de retenerlo bien hacia adentro con los músculos de mi vaina mientras camino. camino y quiero correr para irme e irme o quizás para sentirlo más, mientras gimo. trato de cantar para disimular que son gemidos de placer, porque me estoy masturbando con un coso que me vibra adentro. en la corridita pierdo el camino, la dirección. quiero retomarlo pero ya no importa tanto. necesito que vibre más fuerte y a la vez, al irme dilatando más, el vibrador se me empieza a soltar. siento que no puedo permitirlo, pero termina cayéndose en medio de la calle. hay un policía frente a mí, hay un policía atrás de mi dildo. mira para otro lado y puedo recuperarlo. estoy caliente pero sé que no tengo que metérmelo de nuevo. iré a una plaza; quizás me suba a un árbol y me pajee en paz por todo el tiempo que sea necesario. no veo ninguna a la vista pero voy a buscarla, con las dos manos contra la concha, por debajo de la ropa. hago tres cuadras así. una vidriera muestra mi reflejo y concluyo que perfectamente podría pensarse que estoy rascándome de una manera indecorosa, quizás por algún problema de salud. en la cuarta cuadra descubro que no puedo más así. necesito acabar ahora. encuentro una pared para darme vuelta. apoyo la frente contra el mármol frío al tiempo que presiono el cuerpo y la pelvis contra mis manos, contra la pared. abro más las piernas y me meto la mano. seguro es evidente ahora que estoy moviendo la pelvis contra la pared, que estoy gimiendo y, salvo que la única referencia de una paja para una persona sea lo que haya visto en una porno mainstream, que lo que estoy haciendo se llama una paja, un pajón. esta vez ni siquiera me alcanza con una mano, tengo que sacarme la que está en el clítoris y hacer una nueva maniobra. subo una pierna y dejo que mi otra mano encuentre lugar en mi concha gigante, húmeda y caliente. al mismo tiempo, me froto el clítoris y muevo la pelvis en círculos. gimo, me babeo. puedo entender que no tengo dignidad. puedo verme desde afuera y casi sentir vergüenza. pero no es suficiente para detenerme. necesito hacerlo. necesito hacer esto de una vez, me digo, y acabo en un suspiro contenido, como en una mezcla de salto y sacudón. saco las manos mucho más rápido que la vez anterior, me acomodo y trato de salir de ahí con disimulo y altura. hay un grupo de adolescentes de mierda riéndose y filmándome, toda la vidriera de un bar en dirección a mi espectáculo. ya no me acuerdo en qué dirección debo partir, trato de perderme en la esquina. camino ligero hasta doblar y me echo a correr para dejarlo todo atrás. consigo llegar a un pasaje. quiero sentarme a llorar en la entrada de un edificio vacío, tras la protección de un auto estacionado. el único auto estacionado. me siento y las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas. el dolor y la vergüenza me resultan desgarradores. no importa: la calentura no se me fue. entonces comprendo: no importa la humillación, no importa la vergüenza, no importa el pudor, la moral o el orgullo, el qué dirán o la reputación, no importa nada ni hay dolor más grande que el que sienten mis vísceras ahora, desesperadas por contacto, urgidas por vaciar un líquido que brota inconmensurable como una fuente de mi vagina. lo comprendo y corroboro que no hay nadie alrededor. corro mi ropa, me siendo con la cola en el cemento y bajo mis pantalones. tiro la espalda para atrás y me entrego. cambio las manos. con una hago círculos en mi clítoris; con la otra, muevo dos dedos hacia adentro de mi vagina. lo necesito. soy esto. es lo único que me hace sentir que vivo, lo único que no puede esperar. me masturbo con ritmo, con ganas, con odio, con dolor, con énfasis, me sacudo, grito y lloro al mismo tiempo. no tiene sentido seguir con los ojos cerrados. estoy acá, caliente, me estoy pajeando, sí. soy una persona, soy también un animal, no puedo evitarlo, no quiero esconderlo. abro los ojos y miro hacia atrás de mis párpados. miro hacia alrededor, miro a la única persona en ese pasaje que de repente está parada frente a mí, cómo me mira con cara de lujuria. ¿por qué no? Le sostengo la mirada. se acerca. necesito que esté cerca. necesito que se acerque más. lo descubro como una revelación, como por gracia divina: necesito que me toque, que me penetre, que me ayude, que esté conmigo. "vení. por favor, tocame." le digo entre suspiros. pero no termino de pronunciarlo que el efecto parece ser el de un hechizo. su cara de lujuria se desdibuja, se pierde, se empalidece. su cuerpo se retira. se retira del espacio en común, de la posibilidad de contacto. me desespero: ¿por qué huye de mí? Realmente necesito su piel, necesito que hagamos esto de a dos. me levanto bruscamente para salir a su encuentro, incluso comenzar una persecusión. pero me tropiezo con mi propia ropa. no puedo permitir que se vaya, lo mejor es dejar el pantalón y la ropa interior atrás. salgo corriendo, apenas me tapa la remera. necesito que me toquen. es tarde, me doy cuenta de que se fue y de que sigo corriendo sin rumbo con una mano en la concha. ya no importa, en verdad no importa. está lleno de gente.
 Seguiré tocándome en un lugar con mayor circulación, alguien querrá acompañarme, llevarme a algún lado, cogerme. elijo una calle transitada, la entrada de otro edificio. la gente pasa pero no me mira, o hace de cuenta que no me ve. sí necesito que me vean porque quiero que me deseen. me toco con las piernas abiertas, miro a la gente que transita a los ojos, sin importar quiénes son, cómo se ven, cómo se visten. alguien de todas esas personas puede ayudarme. cuanto más me toco, más me exito, mi cuerpo baila al ritmo de la paja. ¿por qué nadie más se acerca? Quizás hay demasiada luz, quizás sería demasiado visible. resuelvo alejarme hacia la sombra, todavía hay circulación y si alguien quisiera acercarse, no quedaría en una situación de exposición. sigo tocándome, ya dejo que mis manos entren y salgan libremente de mi vagina, a veces me froto el clítoris con los dedos, a veces con los escalones, a veces lo dejo expuesto porque pienso que alguien podría acercarse a chuparlo. efectivamente, tras algunos minutos se acerca un tipo con una expresión rara. no me importa, si viene hasta donde estoy. se acerca hacia mí pero no me mira, es como si no me viera. de todos modos, se acerca. no necesito saludarlo, sólo lo necesito conmigo. el tipo se aproxima hasta aplastarme y me arranca la remera. siento el ruido de la tela al ceder. no era lo que esperaba. me lastima, pero sin dudas viene hacia mí, sin dudas, nuestros cuerpos están entrando en contacto. me abro para él, abro mis piernas y mis brazos. el tipo me agrarra con fuerza y me golpea. si bien me confunde el golpe, puedo leer lo que pasa alrededor. se armó una suerte de tumulto, ¿puede ser? Quizás vengan a ayudarme. siento que el tipo se aleja. cuando quiero ver quién o quiénes me ayudaron, no veo a nadie. sólo veo al tipo ¿el mismo tipo? Alejándose. quiero establecer contacto con alguna de las personas que pasan, pero me evitan. está claro: no es que no me ven, me evitan. y quizás porque me evitan, no me ven. lo único que puedo hacer es seguir tocándome. podría intentar llegar a casa, pero es más fuerte la necesidad de tocarme, sobre todo después del golpe. me masturbo con toda la fuerza que tengo y acabo en un grito amplio, gentil, audible. quiero ir a casa. me descubro sin ropa. no tengo más ropa. decido que ya no me importa. con la frente en alto y el pecho proyectado hacia adelante, comienzo a caminar las cuadras que me separan de mi hogar. nadie me mira. quizás entonces tampoco les importe si les pido algo de ropa para cubrirme. me cruzo con un señor con un saco. hace calor para el saco, seguro no tendría problema en prestármelo, sobre todo en las condiciones en las que me encuentro. pero el señor prefiere ignorarme. encuentro una mirada en el camino, un signo de humanidad. le pido un saco. lo acerca amablemente a mis hombros y cuando termina de acomodarlo, me enciendo. le pido otro favor. le digo que necesito contacto con una persona, si no puede ayudarme. me dice que se tiene que ir. me desespero. no importa, por favor, yo me toco, vos te quedás al lado mío, por caridad, por favor. le sostengo el brazo y trato de masturbarme con la otra mano. quizás pueda terminar rápido con esto, esta vez. pero se desprende de mí, me insulta y se va corriendo. siento una herida en el pecho, siento la sangre en mi clítoris, me siento endurecer. mientras me lo acaricio entre los dedos, suplico a la gente que pasa que por favor me ayuden, que por favor me abracen, que aunque sea me dejen tocarme a su lado. las personas pasan indiferentes. ya ni siquiera consigo su rechazo. no puedo seguir caminando. tampoco puedo llegar a ningún otro lugar. mis rodillas ceden y me dejo caer al suelo de la calle peatonal superpoblada. es el mejor lugar en el que podría masturbarme: casi imposible evitar el contacto humano. apenas consigo algunas patadas inintencionadas. trato de tomarme de los tobillos de la gente que me pasa cerca pero no lo logro. me resigno a darme vuelta contra el asfalto para masturbarme y acabar, acabar y masturbarme. cada tanto giro, cambio la posición, abro las piernas pidiendo clemencia. como otras personas piden monedas, yo sólo pido que no me dejen pajeándome en soledad. ruego por un poco de contacto humano, soy capaz de mostrarles cómo es, y lo muestro, y me toco, y me froto, y me caliento, y gimo, y me muevo, y me sacudo, y me pajeo más y más fuerte, un poco más despacio, y sigo más fuerte, y gimo, y grito, y lloro y canto y bailo pero sin soltarme, sin perderme, con las manos adentro y afuera, y por arriba y por abajo y enteros los puños en mis cavidades y en mis superficies y cada roce es una oportunidad y cada parte de mi piel tiene poros y los poros pueden penetrarse y frotarse y estimularse y el viento juega conmigo y contra él me froto, me froto y sigo y puedo gemir y puedo vibrar y puedo vivir, y puedo dejar que la sangre galope por mi cuerpo y que el calor circule y se concentre, y abrirme y dejar que mis líquidos se proyecten como cataratas pegajosas y que mis partes más delicadas se endurezcan como una piedra firme en la voluntad de sentir y sentir y sentir y sentir más, más que todo y tanto que se transforma en nada, y en todo, y en tanto y tocarme más y más y gemir, y masturbarme sin parar y dejar que mi cuerpo se abra más y más y se vea desde adentro y desde afuera y estar a punto, siempre a punto de terminar y al borde y sentir tanto tantísimo, sentir el universo y el big bang y cuando acabo, acabo, acabo y todo vuelve a empezar, al punto que ya no sé si quiero empezar, seguir, acabar pero seguro, mi cuerpo es tan mío como el de todas las personas que pasan a mi lado y en cada acabada, sé que somos una gran masa homogénea de placer sin fin, sin límites y cuando acaba, todo vuelve a empezar.